sábado
A veces me sentía tan observada que la ropa se me empapaba toda
Solías mirarme como a una extraña,
a veces me sentía tan observada
que la ropa se me empapaba toda,
tu boca suspiraba alaridos sordos,
tu nariz inspiraba a granel
mis endorfinas, mis tejados de concha,
mi falla henchida por tu marea.
Luego, después de minutos sostenidos
y de sabias afirmaciones
me inundabas de dedos
y de lengua,
y yo te maldecía en mil idiomas
te arrancaba las entrañas
con tanto afán
que una tarde cesó de llover para siempre,
los pantanos se secaron,
yo me evaporé súbitamente
y tú, tú te convertiste
en Dios.
Del libro de Poemas, Eróticos desvaríos
Meri Pas Blanquer
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2 comentarios:
Esto es desgarro y huracán puro. Tienes un don de letra perforada muy grande y un terrible captar de los sentidos, el dolor cobra vida propia en tu poema y los pantanos se secan con tu sol tan encendido.
Es más que bello, es desgarrador. Felicitaciones.
Tu cuerpo poético ( lo publicado en este blog ) tiene oficio y me gusta la ausencia de aspaviento que ostenta. Es simple sin ser evidente. Eros late en este cuerpo de modo sutil y a la vez fulgurante.
Este poema de la ropa que se empapa, me atrapa especialmente.
Me honra que ubiques a La Cala en tus Lugares Preciosos y mi corazón te lo agradece sinceramente.
Un abrazo fraterno desde el confín austral...
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