sábado

A veces me sentía tan observada que la ropa se me empapaba toda

Photography, Tom Chambers



Solías mirarme como a una extraña,
a veces me sentía tan observada
que la ropa se me empapaba toda,

tu boca suspiraba alaridos sordos,
tu nariz inspiraba a granel
mis endorfinas, mis tejados de concha,
mi falla henchida por tu marea.

Luego, después de minutos sostenidos
y de sabias afirmaciones
me inundabas de dedos
y de lengua,

y yo te maldecía en mil idiomas
te arrancaba las entrañas
con tanto afán
que una tarde cesó de llover para siempre,

los pantanos se secaron,
yo me evaporé súbitamente
y tú, tú te convertiste
en Dios.

Del libro de Poemas, Eróticos desvaríos
Meri Pas Blanquer

2 comentarios:

elena clásica dijo...

Esto es desgarro y huracán puro. Tienes un don de letra perforada muy grande y un terrible captar de los sentidos, el dolor cobra vida propia en tu poema y los pantanos se secan con tu sol tan encendido.
Es más que bello, es desgarrador. Felicitaciones.

Eva Magallanes dijo...

Tu cuerpo poético ( lo publicado en este blog ) tiene oficio y me gusta la ausencia de aspaviento que ostenta. Es simple sin ser evidente. Eros late en este cuerpo de modo sutil y a la vez fulgurante.

Este poema de la ropa que se empapa, me atrapa especialmente.

Me honra que ubiques a La Cala en tus Lugares Preciosos y mi corazón te lo agradece sinceramente.

Un abrazo fraterno desde el confín austral...