Fotografía: Jure Kravanja Eran las doce cero cero
y el tren se alejó tanto del andén
y tanto ruido hizo,
que a una mujer de pelo castaño
se le quedaron pegados los rizos
en la consigna de la estación.
Y las náuseas aún
desordenan su epigastrio.
Se alimenta de canela
que ella misma cultiva.
El ansia sólo remite
cuando duerme junto al mar.
Allí no hay trenes,
ni despedidas cruentas.
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11 comentarios:
Una poesía dura ... parece ligera... pero la siento dura.
Un saludo.
Tienes tanta razón Max...
La cruel hora cero, la hora de la despedida...
¿Por qué arrastrarán tanta nostalgia los trenes?
Me gustó mucho el poema. Un beso.
Ciero rati, los trenes arrastran todo un mundo de nostalgias y despedidas.
Has descrito una imagen melancólica y dura. Pero las despedidas nunca son agradables.
Me ha gustado amiga.
Un beso, Meri Pas
marchemos todos a dormir al mar
un abrazo
Bello Blog con Paco Ibañez, tocando de guitarra a Celaya. El amor, solo se controla con amor.
Un Saludo
...mucha energía se queda enganchada, ...luego años para soltarla....no es de uno.
un beso
me deja una sensación de vacío tu poema... muy profundo en su ligreza, como ya han dicho.. estos versos me gustaron mucho:
Se alimenta de canela
que ella misma cultiva.
El ansia sólo remite
cuando duerme junto al mar.
Los trenes se llevan todo entre sus rieles infinitos. Hay que ir al mar, si, brisa que limpia todo...
Abrazos desde mi balsa de náufrago.
Evitemos los trenes a esas horas envenenadas.
Saludos.
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